11.6.16

El proyecto

El texto dramático de Nadar mariposa indaga en la relación entre el “deber” y el “deseo” en la sociedad contemporánea en el marco del deporte de alta competencia: “¿dónde queda el placer cuando los mandatos y la exigencia parecen ser los únicos caminos al éxito?” y “¿qué pasa con el cuerpo cuando es la mente lo que domina la existencia?” parecen ser el interrogantes dominantes de la dramaturgia. Sin embargo, a la hora de ubicar como responsable de la enunciación a un ex nadador devenido en docente el texto da un paso más en términos dramáticos. El personaje ya no es solamente alguien que experimentó en carne propia la anulación del deseo debido a su actividad profesional, sino que además es un sujeto que reproduce ese discurso que lo condujo en su juventud hacia un espacio de infelicidad.
En ese sentido, uno de los principios fundantes de la propuesta escénica de Nadar mariposa fue investigar en las diversas maneras en que puede manifestarse la tensión entre corporalidad y discurso. Al respecto, la elaboración de una dramaturgia paralela del cuerpo fue esencial a la hora llevar el conflicto del texto a la escena (Pavis 1998) para mostrar cómo el personaje manifiesta una serie de contradicciones con aquello que explícitamente se dice. En Nadar mariposa el cuerpo de Pablo habla, expresa sentidos que superan incluso la dimensión motivacional. El deseo oprimido se escapa por sus poros.
Por otro lado, el hecho de que la dramaturgia plantee una supuesta clase de natación, le permitió al equipo de dirección proponer una espacialidad en la que se incorpore al espectador, mediante la ruptura de la cuarta pared, en calidad de alumno. Si bien en términos argumentales esta configuración interpersonal se clarifica sobre el final de la pieza (momento en que se devela que Pablo no es solamente un nadador, sino, además, un docente), permite una interpelación constante de la platea, integrando al público a la acción y generando la distancia necesaria para que pueda abordar críticamente el conflicto presentado (Brecht 1983).
En relación a este punto, fue necesario atender durante el proceso de ensayos a dos cuestiones: por un lado, a la necesidad de explotar los recursos humorísticos planteados en la dramaturgia a los efectos de sostener la distancia mencionada en el párrafo anterior; por otro lado, a la investigación de las distintas formas en que se construye el punto de vista en el teatro para evitar que el discurso aparentemente hostil del personaje produzca rechazo en la platea. Para ello, hicimos uso de la propuesta de Barko y Burguess (1988), autores que indagan en los diversos factores escénicos que intervienen a la hora de generar que el público se identifique con alguno de los personajes. Como resultado, arribamos a una puesta en escena en la que se invita al espectador a un juego constante entre distancia e identificación que, como resultado, no solo lo mantiene atento y elaborando críticamente el material, sino que, además, le permite vincularse emotivamente con el drama del personaje.

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